La clase de filosofía

 Este curso ha sido, sin duda alguna, el más extraño y novedoso que he tenido en toda mi vida. Esto ha sido a consecuencia de la terrible situación ocasionada por el COVID-19, además de ser el primer año de Bachillerato. Una de las asignaturas que más temía de este curso, era filosofía, ya que, aparte de ser desconocida para mi, a todo el mundo que preguntaba me la pintaba como si fuera insufrible y aburrida.


Ahora que yo mismo puedo opinar sobre la asignatura, debo decir que todos esos a los que pregunté, estaban rotundamente equivocados. He disfrutado todas y cada una de las clases, fuera cual fuera el contenido de las mismas, y en mi opinión, es debido a la forma de transmitir los conceptos por parte del profesor. Nunca antes había podido conocer a un profesional de la educación con tanta habilidad para acercase a todos los alumnos, sean como sean, de una manera tan eficaz. 

Gracias a su destreza, a conseguido hacer de una asignatura tan compleja y basta, una asignatura fácil de entender con ejemplos cotidianos. A mi entender, esta manera de enseñar consiste en realizar las clases de una manera pausada y tranquila para resolver todo tipo de dudas. Entre concepto y concepto, siempre cuenta alguna anécdota relacionada profundamente con el tema, lo cual posibilita a todos los alumnos entender de una manera más correcta y práctica todos los contenidos de la asignatura.

Su espontaneidad y su buen hacer han convertido a una asignatura nueva y temida por mi persona en una de las asignaturas que más interés me ha transmitido durante todo el curso y una de las que mejor recordaré en mi futuro. 


Espero y deseo, que existan más profesores con las mismas ganas de enseñar y con las mismas habilidades para fomentar, de esta forma, la actividad de aprender a todo el mundo.

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